Clases para reeducar al volante
ESPAÑA Las primeras 210 personas que realizan cursos por cometer delitos de tráfico en lugar de trabajos a favor de la comunidad terminan sus talleres. Otras razones aparte del alcohol escasean: "Juan. Me pararon por conducir una moto sin matrícula". Son las primeras 30 personas en Euskadi condenadas por un delito contra la seguridad vial que han participado en unos talleres de concienciación sobre la infracción cometida como sustitutos de los trabajos en beneficio a la comunidad. Este fin de semana, 210 personas, entre los juzgados de Bilbao, San Sebastián y Vitoria, terminarán sus cursos. Cerca del 90% fue condenado por conducir bajo los efectos del alcohol. Si la experiencia funciona, el Gobierno la prolongará todo el año para que se beneficien de ella cerca de 2.000 personas. Infractores los hay de todo tipo, explica Ana Pérez Acha, psicoeducadora, una de las tres profesionales que dirigen los cursos, minutos antes de las nueve de la mañana, cuando comienza la última jornada. En una sala del Juzgado de Guardia de Bilbao, los 30 alumnos se sientan en círculo y, como en el colegio, aquí también hay grupos. Cerca de Pérez Acha están los jóvenes, muchos de los cuales apenas sobrepasan los 20 años, y al fondo los veteranos. Uno de ellos, aunque ronda los 30, cuchichea a la periodista durante la clase que "hay que bromear, porque si no aquí cinco horas se hacen larguísimas". La duración total del curso asciende a 20 horas repartidas en cuatro días y en él se abordan asuntos como el consumo de alcohol, el exceso de velocidad o las distracciones al volante. Además de las jornadas los infractores tienen que realizar "deberes" o actividades de utilidad pública, como detalla Patricia Unda, educadora. Ayer, antes de acudir al curso, los alumnos alertaron a los conductores que se detenían en un semáforo junto al Ayuntamiento sobre la importancia de llevar puesto el cinturón, o el casco en el caso de los motoristas. Fran, de 21 años, enseña orgulloso una cartulina, en la que se lee, escrito a rotulador: "La moto también mata". Sabe de qué habla. Comenzó a trabajar como repartidor de pizza sin tener licencia: "Me puse a conducir y me vi bien". Hasta que tuvo un accidente en el túnel de Begoña. No recuerda nada más; sólo que la Ertzaintza le llevó al hospital. Fran es uno de los que al comienzo de la clase ha asegurado que la experiencia "está bien, porque se aprenden muchas cosas". No comparten la misma opinión otros de los presentes, para quienes la multa ya supone suficiente escarmiento. Un obrero en paro que prefiere no dar su nombre tuvo que pagar 1.800 euros, fue condenado a 30 horas de trabajos en beneficio de la comunidad y se quedó sin licencia de conducir. Tras una noche de fiesta decidió coger el coche. Un control policial rutinario le cazó. A pesar de las críticas de muchos de los asistentes, Unda considera que la experiencia resulta positiva, en primer lugar, porque ha visto la implicación y participación de los infractores, algo que no tenía seguro el primer día de clase, y porque los alumnos de forma individual así se lo han contado. FUENTE:
| El País http://www.elpais.com/articulo/pais/vasco/Clases/reeducar/volante/elpepiesppvs/20100612elpvas_14/Tes |
|