MÉXICO

Las autoridades de los sectores de Salud y Seguridad Pública ven con temor la llegada de las temporadas vacacionales, porque en ellas tradicionalmente se incrementa el número de accidentes, con sus consecuentes cifras de pérdida de vidas, lesionados y daños materiales.

La costumbre casi generalizada particularmente entre los jóvenes de todo el páis, abusan en el consumo de bebidas con alcohol para hacer patente que están "de fiesta", alegres o tienen algún motivo para celebrar, hace que esa sustancia esté presente en muchos de los accidentes que ocurren en las vacaciones, como riñas u otros ilícitos graves.

En Cuernavaca a partir del año anteiror se han tomado una serie de medidas orientadas a disminuir la incidencia de accidentes automovilísticos ligados al consumo excesivo de alcohol, con la adopción de decisiones que en muchos casos han resultado impopulares, como limitar el horario de funcionamiento de los antros y de venta de embriagantes; y operativos tendientes a desalentar a los ebrios a conducir vehiculos, detectarlos en su caso y disminuir la velocidad promedio de los automotores con puntos de revisión de elementos de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Metropolitana en los principales accesos a la ciudad. También, la circulación de patrullas con luces y torretas encendidas y a sólo 30 kilometros por hora.

Los dueños de antros y vinaterías han puesto el grito en el cielo y también han sido muchas las quejas de los jóvenes que se exceden el alcohol o en la velocidad, muchas veces peligrosamente combinados, pero lo trascendente del caso son los resultados que se han obtrenido en materia de accidentes y, sbore todo, en cuanto al costo en vidad humanas.

Datos de la presidencia municipal de Cuernavaca a cargo del alcalde Jesús Giles Sánchez, revelan que estas medidas permitieron reducir en más de 300 el número de accidentes en 2007, respecto del año anterior, y de 18 a 14 el de las víctimas mortales de eventos relacionados con el consumo de alcohol.

De acuerdo con el director de Tránsito de Cuernavaca, tan sólo la semana pasada del 17 al 23 de marzo, que incluyó los días santos, esos operativos prermitieron disminuir a 31 el número de accidentes y a cinco el de lesionados respecto de una semana ordinaria como la inmediata anterior, cuando hubo 51 y 10, respectivamente. Además, en ese periodo se levantaron 500 infractores menos, pues los agentes de Tránsito recibieron orden de ser, además de corteses y serviciales, tolerantes con los turistas.

Un dato que no puede pasar inadverito es el anuncio hecho por el titular de Tránsito en ocasión de su reporte del saldo de las semana mayor, en cuanto a que la Dirección de Tránsito ya tiene en su poder un primer alcoholímetro - el aparato cuesta más de 50 mil pesos - para poner en marcha este programa en Cuernavaca, y sólo falta la anuencia de los miembros del cabildo para que los conductores capitalinos sean sometidos a revisión de su nivel de intoxicación con alcohol, interceptándolos en retenes instalados con el propósito de cazar borrachos.

La medida es plausible no por el morbo que genera conocer qué personajes de nuestra sociedad acostumbran manejar ebrios, sino por la trascendencia que tendrá cada intervención oportuna de la Dirección de Tránsito detectando beodos y evitando que continuén conduciendo y siendo así un grave peligro para ellos mismos y para toda la sociedad.

Quien revise un día cualquiera la sección de nota roja de cualquier periódico local o las revistas especializadas, podrá darse una pornta idea de que aquellos que son detenidos y encarcelados cuando manejan borrachos, literalmente tienen que agradecer a sus captores el haberles salvado la vida y quizá impedir que con su auto como arma se convirtieran en asesinos de alguien más.

El alcoholímetro llega a Cuernavaca para salvar vidas, pero habrá que impedir, y en su caso castigar severamente, al que lo use para extorsionar automovilistas.