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Publicado por daniel 30/10/2009 21:48 / 0 Comentarios Ver nota completaEnviar nota a un Amigo

El drama al fondo de la botella

Cintya Contreras

Ellos son capitalinos de carne y hueso, atrapados por el alcoholismo. Lo que cuentan son historias reales que ponen la salud y la seguridad en un lado de la balanza, mientras en el otro queda la presión social

 

Río turbio y generacional

Heredero de costumbres etílicas, el señor Ochoa comparte cada fin de semana su gusto por el alcohol con sus hermanos, primos y sobrinos.

 

Él reconoce todo lo que ha perdido por preferir la bebida, pero se niega a dejarlo. Su esposa desde hace años se rehúsa a dormir a su lado, pues "le molesta que apeste". Su razonamiento es simple: "bebo de la tristeza, porque ella no me pela".

 

El patrón se presenta sólo los fines de semana, pues de lunes a viernes se mantiene sobrio y productivo, pero al llegar el sábado, a primera hora, el alcohol empieza a correr por su garganta y luego por sus venas.

 

Así ha sido la vida el señor Ochoa, pero también ha afectado a otros, en particular a su hija menor.

 

Ella es una joven treintañera que no ha podido establecer una relación afectiva seria y formal, pues teme que todos sean como su papá o, peor aún, a quienes encuentra similares a él trata de ayudarlos a salir del problema, creyendo "que los puede cambiar".

 

"El alcohol trae consecuencias a tu familia y llega a ti. El alcohol es como el agua, es un río que fluye y no para, va pasando por generaciones", aseguró su hija.

 

El éxito no lo es todo

 "Un carrusel de caos, un pequeño infierno" fue el paso de Gilberto por el alcoholismo.

 

Paradas en el hospital por congestiones etílicas, desapariciones por más de 15 días en plenos viajes al extranjero y actitudes erráticas (como manejar en sentido contrario sobre el Viaducto) son sólo algunos de los recuerdos que aún guardan sus hijos.

 

Era un hombre de buena posición económica, exitoso y extrañamente saludable, pues pese a las altas concentraciones de alcohol, siempre ingirió vitaminas y suplementos que impidieron un daño en el hígado o estómago, tal como ocurre con los alcohólicos.

 

Su familia ocultó su problema con la bebida, tanto su madre como su esposa, quien al darse cuenta del nivel de su adicción soportó 25 años, hasta que puso un alto separándose de él.

 

Esa fue la única forma en que Gilberto pudo cambiar, el abandono en el que se sentía lo obligó a reconocer su problema, y luego se acercó a un grupo de Alcohólicos Anónimos al cual se apegó tanto que terminó siendo promotor y benefactor de la causa.

 

Murió hace un mes, de un infarto fulminante.

 

De hermoso pasó a feo

A los 26 años de edad, Carlos era considerado el galán de la empresa, un hombre bien parecido, productivo, con buen salario, conquistador, caballero.

 

Todas las mujeres que trabajaban ahí morían por él.

 

Un día, en una salida grupal a un antro, Carlos reveló su verdadero yo.

 

En menos de dos horas el joven bebió al menos ocho copas de ron con soda y su imagen de príncipe se desdibujó ante sus conocidos.

 

"Se empezó a descomponer y del hombre hermoso se convirtió en algo feo", recuerda una de las integrantes del grupo de amigos.

 

Carlos salió cargado por sus compañeros, quienes se disculpaban con el resto de los presentes por el "oso" y los insultos que propinó a los demás.

 

Desapareció del mapa por un rato, pero cuando lo volvieron a ver en los elevadores de la empresa supieron que se accidentó en una fiesta, cuando alcoholizado se aventó de un tercer piso y cayó de cabeza.

 

Quedó con secuelas, Carlos ya no es el mismo príncipe de cuento de antes y, ahora, su expresión corporal es de arrepentimiento y no de la galanura que a todas traía vueltas locas.

 

Malena, sin ánimos para continuar

Malena empezó a tomar a los 20 años, cuando estaba por terminar su carrera de Administración en el Politécnico.

 

Quien la indujo al alcohol fue su novio, quien terminó robando su casa, a pesar de que le había prometido matrimonio.

 

Los papás de la joven fueron quienes lo acusaron y ella, negándose a aceptarlo, se refugió en el vino y dejó la escuela.

 

En las noches, Malena salía con sus amigas y, poco a poco, el regreso a casa era cada vez más tarde y en peor estado.

 

Varias veces tuvieron que ir por ella, porque ni siquiera podía mantenerse de pie.

 

En poco tiempo, el alcohol era parte indispensable de la vida de Malena, se peleaba a cada rato con sus papás y, en una crisis de histeria, se quiso suicidar.

 

Sus papás evitaron su muerte y la ingresaron a un grupo de ayuda de alcohólicos y suicidas, en donde se recuperó, aunque no del todo.

 

Malena repudia a sus padres por haber provocado el alejamiento de su novio, el mismo que le enseñó los supuestos placeres del alcohol. A sus 27 años, apenas terminó la universidad, pero sigue sin ánimos para continuar.

 

 FUENTE: Excélsior/Comunidad

http://www.exonline.com.mx/diario/noticia/comunidad/pulsocapitalino/el_drama_al_fondo_de_la_botella/754331

 


Publicado por Fisac 9:06 AM / 0 Comentarios Ver nota completaEnviar nota a un Amigo
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