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Publicado por daniel 26/06/2009 03:27 / 1 Comentario Ver nota completaEnviar nota a un Amigo

Hola, soy Alberto y soy hijo adulto de padre alcohólico.

El día de hoy quisiéramos compartir la historia de un hijo adulto de alcohólico, con la intención de conocer el testimonio de vida y abrir la posibilidad de escuchar a familiares de adictos en su experiencia de recuperación. Les dejamos el caso de Alberto:

 

Cuando la gente sabe mi edad, comúnmente me dice que me veo de más, yo a manera de broma les digo que crecí tan rápido que ahora luzco como un señor. Y detrás de la broma existe  algo de realidad. Crecí en un ambiente donde el alcoholismo de mi padre me obligó a "crecer demasiado rápido". Recuerdo muchas veces el despertar en casa con algo de música, mi abuela y mi papá preparando el desayuno, sin embargo, esos recuerdos no son los más recurrentes. Los recuerdos más fuertes son la angustia que mi madre trataba de cubrir con bromas, chistes o lecturas de cuentos al ver el reloj y saber que mi padre llegaría intoxicado. No tengo recuerdos claros de mis hermanos, algunos recuerdos muy vagos son el verlos metidos debajo de las cobijas fingiendo dormir. La angustia de mi madre nunca fue nombrada como tal, pero todos la vivíamos de esa forma.

 

El alcoholismo de mi padre lo tengo desde los primeros recuerdos, yo tenía 4 o quizá 5 años y mi madre me llevaba con ella a buscarlo a su trabajo, donde seguramente estaba porque "a pesar de su alcoholismo, seguía trabajando" como decía mi madre a manera de consuelo. En esas ocasiones, me llevaba con ella y yo sin entender por qué solo sabía que de esa manera mi madre estaría más cómoda y quizá mi papá llegaría a casa esa misma noche. En ocasiones lo encontrábamos, en otras no quería recibirnos, en algunas más hablaba con mi madre de cosas que yo no recuerdo y ella me sujetaba la mano con tal fuerza, que entendí que mi lugar estaba ahí.

 

Las únicas ocasiones en las que mi padre se acercaba a mí, era cuando estaba intoxicado o cuando estaba en la resaca, en realidad, mi padre es de esas pocas especies en peligro de extinción que únicamente consumían alcohol, sin embargo, a tal grado, que su consumo devino en una enfermedad, en la enfermedad del alcoholismo. Cuando mi padre llegaba intoxicado, entonces sí podíamos hablar, sonreír y poder estar con él, yo lo notaba raro, y me hacía sentir incómodo el hecho de estar divirtiéndome con él mientras mis hermanos no estaban en casa y mi madre estaba angustiada y enojada...¿Qué sentir? ¿Qué pensar? ¿Qué hacer?

 

En la medida que pasaba el tiempo, el alcoholismo de mi padre se acentuó a tal medida que los desayunos que él y mi abuela preparaban dejaron de existir para dar paso al no saber si había llegado, no saber si estaba bien, para esas fechas mi madre comenzó a trabajar y a estar poco más ausente de casa, mi abuela se hacía cargo de mi y algunas ocasiones esperábamos a mi madre para comer algo o a media tarde para salir a algún lugar, y dormirme sin ver, de nuevo, a mi papá. Su alcoholismo lo tenía muy ocupado, invirtiendo grandes cantidades de tiempo consumiendo, o recuperándose en la famosa "cruda". Recordaba las ocasiones en las que mi madre me utilizaba como medio para hacer que llegara a casa, o para que redujera su consumo y entonces se me ocurrió, en mi fantasía infantil, de darle motivos a mi papá de estar con nosotros.

 

Fue entonces que me convertí en un niño modelo, con buenas calificaciones, con buena conducta, ganando premios, concursos, reconocimientos aquí y allá en la escuela, en el deporte, en la música, pero fue inútil, el alcoholismo de mi padre seguía avanzando y cuando me di cuenta que con mis buenas notas no podía hacerlo estar en casa ni mucho menos recibir un poco de su atención, sin el resultado que yo quería, comencé a hacer lo contrario, me rebelaba, contestaba y me imponía; la imagen del niño bueno dio paso a otra fase que duro mucho tiempo, una fase destructiva.

 

Desde la adolescencia comencé a actuar de manera muy diferente a la esperada, a no llegar a casa y a hacer lo que yo quería, mi familia estaba sorprendida y se preguntaba el motivo de mi cambio, yo no sabía qué decir, estaba enojado con todos, conmigo por esa extraña sensación de ser inadecuado, insuficiente, de vergüenza tóxica, enojo con mi madre, con mi padre, pero sobre todo, enojo con su enfermedad, con su alcoholismo.

Fue entonces que comenzaron "mis problemas con la bebida": Toda aquella persona que bebiera alcohol era víctima de mi rechazo, descalificación y hasta maltrato. Si bien es cierto que alguna vez llegué a consumir drogas, mi argumento era que alcohólico jamás. No sé por qué no fui adicto teniendo muchos factores de riesgo a mí alrededor: El alcoholismo de mi padre, la codependencia de mi madre, grandes cantidades de alcohol en casa, amigos consumidores, emociones que jamás me atrevía a decir, culpa, reclamos, odio, manipulaciones para todos. Fue una fase de violencia muy grande donde situaciones de riesgo extremo era lo único que me hacían sentir bien, me hacían sentir vivo. Caí en mi propio autoengaño.

 

Mi abuela cayó enferma y entonces, comencé a hacerme cargo de su salud, de la salud de mi madre, del alcoholismo de mi padre y de las labores de la casa, me hice adulto antes de tiempo, de lunes a jueves podía me dedicaba a ellos y llegando jueves por la noche, sabían de mi hasta el domingo por la tarde: Fiestas, excesos, drogas, riesgo. Ya no podía conmigo mismo, no me gustaba el hombre en el que me había convertido, fue entonces que alguien me recomendó ir a psicoterapia, tardé más de dos años en aceptar la posibilidad de verme a mí, el exitoso, el que se hacía cargo de su familia, el que controlaba las situaciones y el que se daba el lujo de decir que jamás desarrolló alcoholismo como sus amigos. Fue después de un fin de semana de excesos que un evento me asustó tanto, que decidí aceptar la recomendación. Llegué a psicoterapia y lo primero que comencé a trabajar no fueron mi odio, mi angustia, mi ansiedad, mis niveles de agresión y violencia, mis conductas de riesgo, si no aquello que jamás imaginé: El alcoholismo de mi padre.

 

Nunca pensé que mi forma de ser se viera tan afectada por el alcoholismo de mi papá, no veía la relación, estaba enojado con él, claro, pues a esas fechas teníamos muchos problemas, él consumía y yo no estaba en casa, reclamaban mi presencia y yo decía que no estaría si él estaba borracho como en mi graduación, como en mis fiestas de cumpleaños, como cuando gané un torneo deportivo. Poco a poco fui descubriendo que el alcoholismo de mi padre nos afectó a todos, y que el alcoholismo es una enfermedad en la que las consecuencias no sólo las vive el que consume el alcohol, si no que todos somos víctimas de esta enfermedad. Fue así como llegué a la Semana Familiar en Monte Fénix, donde gracias a los terapeutas pude hablar de mis reclamos, mis impotencias, del rencor que había generado por el alcoholismo de mi papá, al hablar con otros hijos de alcohólicos y adictos me di cuenta que, aún con diferentes escenarios y personajes, la sensación es la misma. En esa semana pude hablar de mi fantasía de hacer que mi padre dejase de beber, reviviendo la misma sensación que cuando era niño y hubo gente que la entendí, que la compartió y que me mostró su apoyo, el profesional y el humano.

 

Hoy yo me encuentro en recuperación, mi padre sigue bebiendo y al día de hoy no ha aceptado la posibilidad de ayuda que representa Monte Fénix, pero he aprendido a desprenderme con amor, a no hacerme cargo de toda mi familia, a retomar mi papel como hijo, el menor de los tres, a ser independiente económica y emocionalmente de mi familia. Pero sobre todo, aprendí que la única persona de la que puedo cuidar, es de mí mismo, sin violencia, sin destrucciones, sin excesos, sólo por hoy. Quiero una vida más resuelta para cuando llegue la hora de tener hijos. Para ello, vivo el día a día como si fuera el último de mi existencia, sin guardar rencor, sin agredir ni dejándome agredir, sin excesos, sin juicios ni descalificaciones, manteniendo una relación armoniosa con mi familia. Sólo por hoy.

 

Hace apenas dos días llamé a mi papá para decirle que lo amaba.

 

FUENTE:
 Monte Fenix/Testimonio

http://www.montefenix.com.mx/hola-soy-alberto-y-soy-hijo-adulto-de-padre-alcoholico.html

 

 


Publicado por Fisac 9:06 AM / 1 Comentario Ver nota completaEnviar nota a un Amigo
Comentarios:
Publicado por Anónimo 28/06/2009 01:42 Ver nota completaEnviar nota a un Amigo

 

Es una historia hermosa que pocos se atreverian a contar, unicamente cuando ya estas libe de toda culpa, remordimiento y coraje lo externas con el amor y la pasión con que escribio este joven. Mis más grandes felicitaciones por superar el proceso.

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