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CÓMO HABLAR DE ALCOHOL Y VOLANTE

Publicado por daniel 03/10/2008 05:34 / 0 Comentarios Ver nota completaEnviar nota a un Amigo

“Cuando el señor que atropellé murió, no pude dejar de llorar”

María Gabriela Méndez, Vanessa Davies

VENEZUELA

Sólo en Caracas, en lo que va de año, han sido arrolladas 48 personas, de las cuales 10 murieron y el resto quedaron lesionadas. En 2004, 516 ciudadanos perdieron la vida por esta causa. El exceso de velocidad en zonas donde el límite máximo es de 40 Km/h, aunado a la imprudencia de los peatones que no hacen uso de las pasarelas ni de los rayados de cruce, eleva cada día esta cifra. Está comprobado que cuando la velocidad de un vehículo se incrementa de 50 a 80 Km/h, la probabilidad de muerte de un peatón se multiplica por ocho. Peatones, ciclistas y motociclistas corren un riesgo mayor por kilómetro recorrido, que los conductores y pasajeros de automóviles. Razón de sobra para estar alerta en las avenidas y calles. Nuestra décima entrega mostrará las imprudencias más comunes, como primera causa de accidentes en el país.

 

Sheila Pérez no sabe qué va a estudiar cuando se gradúe de bachiller. Por eso le pregunta a todos en qué consiste su profesión.

 

Dice que le gusta el periodismo.

 

Pero a sus 14 años, todavía le queda tiempo para decidirse.

 

Es una muchacha inquieta, aunque desde el 11 de septiembre su vida cambió radicalmente. Ese día, ella estaba esperando el autobús en una parada de Los Teques.

 

Un rústico estaba remolcando a otro que se había accidentado -maniobra que se considera una infracción- y sin darse cuenta de que la muchacha estaba cerca, el conductor arrastró su remolque por encima de la acera y con la rueda delantera aprisionó la pierna derecha de la estudiante contra un kiosco.

 

Señalan las estadísticas que un atropello a más de 50 Km/h suele ser mortal; entre 40 y 50 Km/h, grave, y a menos de 40 Km/h, leve.

 

El de Sheila Pérez fue a menos que eso. Sin embargo, otras complicaciones torcieron el rumbo de su recuperación.

 

La niña fue trasladada al hospital Victorino Santaella. Según la madre de la joven, allí incurrieron en mala praxis pues le causaron obstrucción de la femoral. En consecuencia se le desarrolló una osteomielitis crónica, infección irremediable en el hueso. La opción del médico que la atendió fue amputarle la pierna, y con ello también las ilusiones y la normalidad de su vida.

 

Tiempo después fue trasladada al hospital Clínico Universitario, donde ahora asiste a consulta y espera, seis meses después, una nueva operación que le cercenará lo que queda de su pierna derecha.

 

Sheila Pérez tiene amigos nuevos:

 

su 9° grado lo cursará en un nuevo colegio. Quizás por eso sonríe.

 

Su otra preocupación, además de la profesión que ejercerá en el futuro, es que se le hace "incómodo ir al colegio".

 

Los dos casos, el de arrollamiento y el de mala praxis, están en manos de un abogado. Pero las posibilidades de que se haga justicia son las mismas que tiene la adolescente de recuperar su pierna.

 

Sólo hace una sugerencia: "El que se quede accidentado debe pagar su grúa y no remolcar un carro con otro".

 

Mientras ella se acostumbra a su nueva vida, a caminar con muletas o en silla de ruedas, el conductor del rústico está libre, conduciendo o infringiendo la ley de cualquier modo. Quizás se le dificulte conciliar el sueño pensando en lo que hizo.

 

Al menos así le pasó por varios meses a Octavio, quien a sus 16 años atropelló a un hombre de más de 70. Luego de 10 días en terapia intensiva, la víctima murió.

 

Octavio manejaba por la avenida Bolívar y a la distancia percibió que tenía luz verde. Se cruzó al canal de la derecha porque no había ningún vehículo delante; ni siquiera tuvo que frenar porque el semáforo lo favorecía, así que siguió a 60 Km/h. A su izquierda, el canal estaba ocupado por una buseta que le impidió ver al hombre que cruzaba la calle, apurando su paso porque la luz ya no era para él. En cuestión de segundos, Octavio estaba implicado en un arrollamiento.

 

Al principio pensó en darse a la fuga pero su conciencia no lo dejó y por el contrario le hizo a llamar a una ambulancia y a los bomberos.

 

La imagen del codo en su parabrisas lo atormentó por meses.

 

Más cuando se enteró de que la persona había fallecido. Lloró desconsoladamente:

 

Ese día fue horrible", recuerda.

 

"Ver llorar a mi hijo me partía alma, sabía que estaba sufriendo porque había hecho algo sin querer", cuenta su madre. El carro estuvo detenido por averiguaciones.

 

Hasta que se determinó que joven no tenía la culpa. Pero, hasta entonces, los padres tuvieron que pasar el trago amargo de la angustia que implicaba la posibilidad de que a su hijo lo metieran preso. Se habían hecho cargo de los gastos médicos, pero no era suficiente.

 

Tampoco presentarse semanalmente con una psicóloga en retén de menores.

 

"La vida me cambió completamente, ahora soy más prudente.

 

Saber que hiciste algo que pudo afectar la vida de una persona, muy fuerte. Todavía pienso en eso", reflexiona Octavio.

 

Ahora, menos desprevenido, antes de cruzar una calle se asegura de que no haya un peatón confiado. "El problema es que ni conductores ni peatones respetan la luz, ni los lugares para cruzar", concluye.

 

Prevención

Parachoques son un arma mortal

Cuando la velocidad de un vehículo se incrementa de 50 a 80 kilómetros por hora, la probabilidad de muerte de un peatón se multiplica por ocho, destaca Elio Aguilera, presidente de la Comisión Interministerial para la Atención, Prevención y Educación Vial.

 

Los traumas craneales causados por golpes de los parachoques son responsables de 80% de las lesiones graves en las colisiones contra peatones.

 

Se ha demostrado que los transeúntes que han abusado en el consumo de bebidas alcohólicas tienen mayores posibilidades de verse afectados, porque no están conscientes del peligro que corren.

 

Según un estudio realizado en 2003 por el Consejo Europeo de Seguridad Vial, el riesgo de perder la vida, en comparación con una persona que viaje en automóvil, es ocho veces mayor en el caso de un ciclista y nueve veces mayor en el de un peatón.

 

En Venezuela, las víctimas de accidentes de tránsito suelen ser personas que no poseen vehículo automotor ni tienen acceso a éste.

 

Peatones y conductores de bicicletas tienen que competir con automóviles, camionetas y camiones.

 

A menudo no hay aceras, ni pasos seguros para peatones, aún cuando éstos constituyen la mayoría de los usuarios de la vía, apunta Aguilera.

 

Los peatones, ciclistas y motociclistas cuentan con menor protección. Corren un riesgo mayor por kilómetro recorrido que los conductores y pasajeros de automóviles.

 

Niñas y niños con frecuencia son atropellados porque son más pequeños y menos visibles que los adultos.

 

Quienes viven en barrios urbanos corren mayor riesgo porque juegan en la calle.

 

Consejo de Oro

El sujeto:

§         Si camina de noche, utilice ropa clara o muy visible para que las y los conductores lo vean.

§         Cruce la calle cuando el semáforo peatonal lo indique. Si éste no existe, observe a ambos lados antes de cruzar.

§         No cruce fuera del rayado, porque se expone a ser víctima de un arrollamiento.

§         Camine por la acera; recuerde que es el espacio más seguro para andar.

§         Haga uso de las pasarelas que se encuentran en las avenidas y autopistas; de esta manera conservará su vida y la de quienes manejan.

§         Bájese de los autobuses y busetas cuando estén completamente detenidos

El Estado:

§         Promover el diseño de vehículos de manera que la parte delantera y otras superficies ocasionen el menor daño, en caso de colisionar contra un peatón. Los expertos coinciden en que se ha prestado poca atención a este problema.

§         Crear pasos de peatones y aceras seguras, o caminos y carriles separados para peatones y ciclistas.

 

FUENTE:
El Nacional/Información General

http://www.fundavice.org/Mas/Nacional7.aspx

 

 


Publicado por Fisac 9:06 AM / 0 Comentarios Ver nota completaEnviar nota a un Amigo
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